Gálvez balanceó los hombros, hizo algunas fintas con su ancha cintura y estirando de pronto un brazó trató de coger una pierna de Alberto, que aprovechó el momento para levantar el otro pie y darle un puntazo en el cuello. En el instante en que Gálvez se cubría, Alberto saltó y sus dos pies martillearon la cara del cholo. Insistió una tercera vez, pero a la cuarta el cholo se agachó y Alberto pasó sobre su cabeza y cayó de cuclillas dentrás de él. Cuando se enderezaba, ya Gálvez había volteado y su puño cerrado le sacudía la cabeza, mientras su pierna izquierda, elevándose, rasgaba el aire buscando su pelvis. Alberto bloqueó el golpe con la rodilla y se alejó para tomar distancia, pero ya el cholo estaba lanzado y lo atenazó de la cintura. Alberto retrocedió sobre sus talones, impidiendo que el cholo pudiera asentarse y levantarlo en vilo, rompió con la espalda el círculo de mirones, siempre con Gálvez prendido de su cintura, que se esforzaba por contenerlos, trastabillaba, hasta que al fin Alberto se detuvo en seco y levantando la rodilla golpeó al cholo en la mandíbula y cuanto éste aflojaba la presión de sus brazos le dio un puñetazo en la nuca y al abandonar su tenaza lo remató con una patada en el estómago.
Gálvez cayó de culo. Parecía un poco mareado. Alberto estuvo a punto de enviarle un puntapié en la cara, pero ya la collera del cholo elevaba la voz, recordando las reglas que no se podían infringir.
1 comentario:
QUÉ MAESTRÍA DE DESCRIBIR UN PLEITO CASI EN TODO EL CUENTO Y CASI AL FINAL SE VISLUMBRA EL FONDO, EL TEMA DE UN SUPUESTO CAMBIO DE ALBERTO QUE NI ÉL MISMO SABE CUÁNDO LO HARÁ. EL PRÓXIMO MES ME NIVELO...
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