El problema de escribir siendo estudiante de Literatura es que uno tiende a teorizar de antemano lo que todavía no ha escrito o, en el mejor de los casos, ha escrito mal. Estudiando letras uno es tan consciente de todo que no logra sorprenderse con algo fresco, sin el peso de las ideas aprendidas en los tratados de estética. Yo luché contra eso y no sé si gané, pero sí sé que esa lucha me permitió seguir escribiendo. Me enseñó que todo era posible con disciplina y sobre todo con la fuerza para romper lo que es dudoso, sin contemplaciones, olvidando la arrogancia del que cree saber mucho sobre algo que, sin embargo, no es capaz de crear.
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